Que caigan todos los rayos,
y se derrumben los árboles y los páramos,
que llueva, nieve o se desprenda fuego de los cimientos del cielo,
que los ríos rebasen, los polos se derritan y los océanos nos atrapen,
que las estrellas choquen en nuestras manos,
venga un cometa a quemar con llamas lo que tenemos,
y la tierra sucumba al estallido de un relámpago.
A mí nada más me importa,
ahora que a mi alma sólo la mueve una cosa del universo;
y ésta es la certeza única que me han revelado los sabios:
antes de que acabe el mundo, yo ya habré besado tus labios.
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