Por algún extraño motivo, los miércoles me devuelven una intensa necesidad de escribir que no sucede el resto de días de la semana. Tal vez sea el ritmo de las cosas. Tal vez sea el ritmo de mí misma, que no siempre coincide con el de las cosas -pero esto no es nada excepcional en las personas. Tal vez sea simplemente un fluir. Ese mismo fluir que hace que puedas pasarte dos años con la auténtica y verdadera soledad de un desierto sin historias ni personajes desarrollándose en el interior de tu cabeza, y de la noche a la mañana, ese desierto se esfume y devenga en una urbe de vistosos edificios, escondrijos misteriosos, gentes singulares y apasionantes escenas que se entretejen. Y así un par de días más. Si les prestas atención y cuidas la urbe, quizá sus vecinos decidan quedarse a vivir una temporadita a ver qué tal. Como si fuera un simcity...
El caso es que los miércoles surge cierta frescura de la pantalla del ordenador (¡ay, dónde quedaron aquellas hojas blancas, impolutas, que manchar con la tinta o el grafito!). Y escribir parece convertirse en aquello para lo que algún insensato decidió crearme con muy mala fortuna. Sin embargo, yo lo veo como si simplemente fuera una mera transmisora de la acción. No me veo actora de la situación. No hay escritor, ni siquiera escritura. Es simplemente un acto de creación, un "ha de ser dicho", un "ahí queda y ahí permanecerá siempre". Las palabras son la materialización, son la forma, son la representación de las cosas. Es un medio para transmitir esas cosas. Un poema, la letra de una canción. Como una escultura, como una imagen. Pero la esencia está en las cosas, en su acción. Real o imaginada. Ellas son el motor, son el alma. Todo lo que nos enredemos en el alrededor, será un menosprecio a la vida.
Por ello, hoy sencillamente prefiero no escribir nada (más) y devolverle al aire el tacto especial que la mañana me ha traído.

30 mar 2011
27 mar 2011
Fragilidad
Contemplado desde muy alto, el reino de la
diversidad y de lo múltiple se desvanece.
diversidad y de lo múltiple se desvanece.
Emil Cioran
Una pompa de jabón extraviada volando en medio de la calle. Qué extraño. No hay ningún niño cerca soplándole a uno de esos aparatejos. Tal vez haya caído del cielo, como las gotas de agua, como la niebla, como los rayos de sol, como el mar, como nosotros, como todo. Cómo le debemos tantas cosas a nuestro alrededor, y ni siquiera nos damos cuenta. Qué frágiles, qué inútiles somos solos. Y, sin embargo, cómo nos embrollamos en nosotros mismos. Y qué miedo tenemos a salir a la superficie, donde abundan cientos de detalles. Miles. O bajar a ella, sobre ella. Trapecistas de la nada. Hasta una pompa de jabón tiene más arrojo, tiene más libertad… Que para crear una maravilla no hace falta si quiera un ser humano. Que la Tierra era, es y será por encima de todas nuestras manos.
25 mar 2011
¿Sueño?
Me despierto con la taza de café entre mis manos
y las sábanas son las olas de un mar
que absorbió la alcantarilla de mis sueños
anoche, según me despedías con la mano pegada a tu pecho rojo
en este azul que ahora es blanco
en esta almohada a la que soplo
procurando olvidarme de que la taza se me ha volcado
en mis piernas,
de nuevo,
y el café se ha derramado llenándolo todo de tu vacío.
Y salgo a la calle a recorrer los mismos pasos,
donde las sombras han recortado el espeso fluir del tiempo.
Parezco jim al despertar del coma caminando por londres
y perseguido de rabia.
y las sábanas son las olas de un mar
que absorbió la alcantarilla de mis sueños
anoche, según me despedías con la mano pegada a tu pecho rojo
en este azul que ahora es blanco
en esta almohada a la que soplo
procurando olvidarme de que la taza se me ha volcado
en mis piernas,
de nuevo,
y el café se ha derramado llenándolo todo de tu vacío.
Y salgo a la calle a recorrer los mismos pasos,
donde las sombras han recortado el espeso fluir del tiempo.
Parezco jim al despertar del coma caminando por londres
y perseguido de rabia.
23 mar 2011
Sin palabras
Pájaro lira:
ruido hecho poesía,
en el cielo.
(a partir del minuto 1:56)
Y como la primavera la sangre altera, más cosas increíbles:
Post Scriptum: Y luego dicen que las mujeres somos complejas...
21 mar 2011
Epílogo del invierno
Primavera. Y yo que todavía me siento con el hielo amordazando mi cuerpo. Quizá sea la secuela de un invierno largo, largo como no recuerdo -más por dentro que exteriormente. Y aunque cada día me gustan más, no me acabo de acostumbrar a estos recientes rayos de sol. Me cuesta mucho irme desprendiendo de la ropa al compás del clima, como si con ello estuviera desnudándome no sólo por fuera.
En eso envidio a otros seres vivos. Precisamente ahora se llenan de colores. Y nosotros cada día nos apagamos más. A lo mejor es porque yo soy de octubre, pero es más fácil vivir el otoño. Más triste y melancólico, pero más sencillo. Ahora, este todo-de-repente así, que resulge de pronto a cualquier hora, no me convence del todo. Más bonito y alegre, pero más brusco. En primavera me vuelvo precavida.
O tal vez sea simplemente que me he levantado envuelta de añoranzas... Y hay ventanas que es difícil abrir aunque desees respirar un soplo de aire fresco.
19 mar 2011
Más cerca de lo habitual
Esta noche la luna estará más cerca de lo habitual,
y por ello, más grande, más brillante y hermosa.
Sin embargo, todo el mundo desconoce
que por mucho que se acerque la luna
y sea más grande, más brillante y más hermosa,
no podrá nunca reflejar más luz
que la que tus ojos guardan para iluminar
mis noches, y mis días.
Salvo cuando la luna te rapte a ti, y te lleve
dejándome a mí llorar sobre vuestra eterna blancura.
Ese día la luna sí brillará como nunca ha brillado.
La noche estrellada, de Vincent Van Gogh
18 mar 2011
Desbuscando
No sé para qué me molesto en buscar. A veces las cosas vienen cuando menos esperamos. Y ellas solas. Después de darles tantas vueltas. O de desgastarlas en tu imaginación.
Te puedes tirar todo un día con tu cámara de fotos en la mano, y el objetivo adecuado preparado (y abierto, claro, no sería la primera vez...), observando tu alrededor. Con la paciencia armada hasta las trancas. Esperando simplemente. Mirando y esperando esa foto.
Cuando ha pasado el suficiente tiempo como para que tu paciencia se desarmase tras no haber presionado el botón ni una sola vez, tal vez sólo para comprobar que seguías con vida y que la cámara tenía batería, vuelves a casa sin fotografías. Y con cara de imbécil. Así una y otra vez. De pronto un día sales a la calle sin cámara de fotos, porque pesa demasiado en el bolso, o porque llevas bolso y no pega ir también con todo el armatroste, y las imágenes se suceden una y otra vez. Y te cabreas. Y te quedas con la sensación de que la vida a veces te toma el pelo. Quizá para hacerte reír, o para recordarte que disfrutes de las cosas sin pensar siempre en congelarlas en blanco y negro, en ceros y unos al fin y al cabo. El mundo no son ceros y unos, aunque haya días en que no salgamos de ellos.
Pero también hay veces que sin darte cuenta te encuentras una fotografía que ni siquiera recuerdas haberla hecho. Tantos días buscando, y cuando un día te apetece repasar la colección del último viaje a Irlanda, vas y encuentras esto invisible en tu disco duro:
Esa foto ahí esperándote tantos años, y no te habías dado cuenta. El caso es que tiene su embrujo. Te viene a la mente, y después a las manos, un poema con sólo mirarla. Te devuelve las ganas, el empujoncito, que necesitas para volver a ese país, esta vez a comprobar si realmente no fue un sueño ese lugar. No le acompaña una bruma. Y tú buscando pájaros con tu cámara durante tanto tiempo...
Y no queda ahí la cosa.
Llevaba siete meses esperando encontrar el momento adecuado para retomar la escritura de una novela. Cuando llevas escrito lo suficiente, los personajes toman vida realmente. Y te acompañan donde tú vayas. Y te sientes un poco menos sola con tu mente de escritora frustrada. Ya sé que esto a lo mejor es un poco incomprensible para quien no escriba, pero sucede. Y, por unas cosas u otras, acabas abandonándolos en mitad de sus historias -que son, irremediablemente, la tuya. Y te sientes como si hubieras abandonado, por primera vez, a alguien importante y esencial en tu vida. Ya no puedes decir que siempre te abandonan a ti, porque tú los perdiste en tu vida cotidiana llena de prisas. Como te sientes culpable, buscas y buscas el momento de retomarlo. Pero nunca llega. Tal vez no hagas el esfuerzo suficiente, o tal vez no sea el momento adecuado.
Piensas en esa frase que una vez alguien te dijo: las cosas llegan cuando menos las esperas.
Y un buen día, cuando tu trabajo te supera y no tienes ni un segundo de tiempo para darte ese baño de espuma que te prometiste a ti misma hace años, te cruzas con tu personaje abandonado por la calle. Lo miras, y lo reconoces entre la multitud. Es ella. Está allí. Es él. Está aquí mismo. Es una señal. ¿Existen las señales? Y das la vuelta a la esquina, agarrándote fuertemente al rostro que acabas de cruzarte por la calle a mediodía. Y entras en una tienda cualquiera, y compras una alfombrilla de ratón con la imagen de otro de tus personajes, porque es la última que queda sin vender en la estantería. ¿Puede ser posible? En menos de media hora, tus personajes, después de tanto buscar y sin ningún éxito, son los que te encuentran a ti. Ahí. Con cara de imbécil.
Y te das una ducha cualquiera el día que menos tiempo tienes disponible en tu reloj. Y comienzan a llegar frases y frases. Y las retienes en tu mente como puedes, porque te das cuenta de que la memoria nunca fue lo tuyo.
Afortunadamente en el mundo hay cosas inevitables que tarde o temprano, aunque las busques, acaban econtrándote ellas a ti primero. ¿No es acaso magia?
Te puedes tirar todo un día con tu cámara de fotos en la mano, y el objetivo adecuado preparado (y abierto, claro, no sería la primera vez...), observando tu alrededor. Con la paciencia armada hasta las trancas. Esperando simplemente. Mirando y esperando esa foto.
Cuando ha pasado el suficiente tiempo como para que tu paciencia se desarmase tras no haber presionado el botón ni una sola vez, tal vez sólo para comprobar que seguías con vida y que la cámara tenía batería, vuelves a casa sin fotografías. Y con cara de imbécil. Así una y otra vez. De pronto un día sales a la calle sin cámara de fotos, porque pesa demasiado en el bolso, o porque llevas bolso y no pega ir también con todo el armatroste, y las imágenes se suceden una y otra vez. Y te cabreas. Y te quedas con la sensación de que la vida a veces te toma el pelo. Quizá para hacerte reír, o para recordarte que disfrutes de las cosas sin pensar siempre en congelarlas en blanco y negro, en ceros y unos al fin y al cabo. El mundo no son ceros y unos, aunque haya días en que no salgamos de ellos.
Pero también hay veces que sin darte cuenta te encuentras una fotografía que ni siquiera recuerdas haberla hecho. Tantos días buscando, y cuando un día te apetece repasar la colección del último viaje a Irlanda, vas y encuentras esto invisible en tu disco duro:
Esa foto ahí esperándote tantos años, y no te habías dado cuenta. El caso es que tiene su embrujo. Te viene a la mente, y después a las manos, un poema con sólo mirarla. Te devuelve las ganas, el empujoncito, que necesitas para volver a ese país, esta vez a comprobar si realmente no fue un sueño ese lugar. No le acompaña una bruma. Y tú buscando pájaros con tu cámara durante tanto tiempo...
Y no queda ahí la cosa.
Llevaba siete meses esperando encontrar el momento adecuado para retomar la escritura de una novela. Cuando llevas escrito lo suficiente, los personajes toman vida realmente. Y te acompañan donde tú vayas. Y te sientes un poco menos sola con tu mente de escritora frustrada. Ya sé que esto a lo mejor es un poco incomprensible para quien no escriba, pero sucede. Y, por unas cosas u otras, acabas abandonándolos en mitad de sus historias -que son, irremediablemente, la tuya. Y te sientes como si hubieras abandonado, por primera vez, a alguien importante y esencial en tu vida. Ya no puedes decir que siempre te abandonan a ti, porque tú los perdiste en tu vida cotidiana llena de prisas. Como te sientes culpable, buscas y buscas el momento de retomarlo. Pero nunca llega. Tal vez no hagas el esfuerzo suficiente, o tal vez no sea el momento adecuado.
Piensas en esa frase que una vez alguien te dijo: las cosas llegan cuando menos las esperas.
Y un buen día, cuando tu trabajo te supera y no tienes ni un segundo de tiempo para darte ese baño de espuma que te prometiste a ti misma hace años, te cruzas con tu personaje abandonado por la calle. Lo miras, y lo reconoces entre la multitud. Es ella. Está allí. Es él. Está aquí mismo. Es una señal. ¿Existen las señales? Y das la vuelta a la esquina, agarrándote fuertemente al rostro que acabas de cruzarte por la calle a mediodía. Y entras en una tienda cualquiera, y compras una alfombrilla de ratón con la imagen de otro de tus personajes, porque es la última que queda sin vender en la estantería. ¿Puede ser posible? En menos de media hora, tus personajes, después de tanto buscar y sin ningún éxito, son los que te encuentran a ti. Ahí. Con cara de imbécil.
Y te das una ducha cualquiera el día que menos tiempo tienes disponible en tu reloj. Y comienzan a llegar frases y frases. Y las retienes en tu mente como puedes, porque te das cuenta de que la memoria nunca fue lo tuyo.
Afortunadamente en el mundo hay cosas inevitables que tarde o temprano, aunque las busques, acaban econtrándote ellas a ti primero. ¿No es acaso magia?
17 mar 2011
Como no podía ser de otro modo...
...en Saint Patrick´s Day
He wishes for the cloths of heaven
Had I the heavens' embroidered cloths,
Enwrought with golden and silver light,
The blue and the dim and the dark cloths
Of night and light and the half-light,
I would spread the cloths under your feet:
But I, being poor, have only my dreams;
I have spread my dreams under your feet;
Tread softly, because you tread on my dreams.
Enwrought with golden and silver light,
The blue and the dim and the dark cloths
Of night and light and the half-light,
I would spread the cloths under your feet:
But I, being poor, have only my dreams;
I have spread my dreams under your feet;
Tread softly, because you tread on my dreams.
W. B. Yeats
(Si tuviese yo las telas bordadas del cielo,
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, porque pisas mis sueños.)
Recamadas con luz dorada y plateada,
Las telas azules y las tenues y las oscuras
De la noche y la luz y la media luz,
Extendería las telas bajo tus pies:
Pero, siendo pobre, sólo tengo mis sueños;
He extendido mis sueños bajo tus pies;
Pisa suavemente, porque pisas mis sueños.)
16 mar 2011
Por la vía de los hechos
Ayer vi el atardecer más bonito de toda mi vida. Y estaba yo sola. Pero, joder, qué bonito era. Mira que siempre he pensado que un atardecer solitario no vale la pena. Igual que un amanecer dormido, y dormido en soledad. Que para que algo sea bonito, además de presenciarlo, hay que compartirlo. Y a veces es precisamente ese hecho, compartirlo -y con quién compartirlo-, lo que eleva mil veces la belleza de las cosas. Sí, vale. Pero el atardecer de ayer fue una maldita preciosidad. No había nadie. Bueno, quizá algún otro loco conduciendo algún otro coche mientras me adelantaban a toda velocidad y se preguntaban -o no- por qué iba haciendo eses con mi coche.
Justo cuando me di cuenta de todo esto, una bandada de gansos, en una perfectísima uve, cruzaron el cielo. Y cruzaron el naranja que retumbaba en todas las cosas mientras se dirigían hacia el infinito horizonte donde atardecía. Y entonces cruzaron también a través de las cuatro sinuosas nubes del cielo profundo y de mis pupilas.
Ayer pensé en quedarme a vivir en el atardecer, y mandar todo lo demás a la mierda. Sin embargo, volvió a sonar esta canción, y yo me dejé llevar. Ahora que me doy cuenta, tal vez no sea tan mala idea dedicarse a perseguir atardeceres. Sobre todo si fueran como los de ayer. ¿Pero acaso no son siempre el mismo? Todo depende de dónde estemos o cómo los veamos. Caray, vaya tremenda maravilla...
Qué lástima no ser un ganso de aquéllos para poder volar en uve hacia donde se pierde el atardecer.
Justo cuando me di cuenta de todo esto, una bandada de gansos, en una perfectísima uve, cruzaron el cielo. Y cruzaron el naranja que retumbaba en todas las cosas mientras se dirigían hacia el infinito horizonte donde atardecía. Y entonces cruzaron también a través de las cuatro sinuosas nubes del cielo profundo y de mis pupilas.
Ayer pensé en quedarme a vivir en el atardecer, y mandar todo lo demás a la mierda. Sin embargo, volvió a sonar esta canción, y yo me dejé llevar. Ahora que me doy cuenta, tal vez no sea tan mala idea dedicarse a perseguir atardeceres. Sobre todo si fueran como los de ayer. ¿Pero acaso no son siempre el mismo? Todo depende de dónde estemos o cómo los veamos. Caray, vaya tremenda maravilla...
Qué lástima no ser un ganso de aquéllos para poder volar en uve hacia donde se pierde el atardecer.
13 mar 2011
Presagio de una larga espera
Mientras tanto, espero.
El mundo cada vez se hace más pequeño,
los ruidos se oyen desde más lejos, el silencio
desaparece,
los mismos rostros sin ni siquiera dar un paso,
las mismas calles, o quizá yo camino más despacio.
Pero entre unas cosas y otras, espero.
Espero sentada, caminando esas calles,
escribiendo en las mismas hojas arrugadas
escuchando esas sirenas, las mismas canciones
-y cada vez menos. Menos de todo.
Susurrando las mismas palabras
(y qué breve se hace a veces el idioma
para expresar todo lo que una siente, qué injusto).
Entre tanto, yo sigo mirando por la ventana y esperando.
Descubro algo nuevo: la naturaleza avanza, es más hermosa,
más grande, más certera, más sofisticada, más brillante,
y yo cada vez más frágil, más pequeña, más nada,
en un mundo encogido de sombras y huellas
que no hacen más que repetirse día a día.
Pero sigo esperando. Esperándote.
Las flores comen, el mar avanza, la lluvia duele,
los patos ya vuelan, caminan y nadan, hasta bucean,
un temblor acaba con todas las esperanzas,
el sol ilumina más de cada sombra.
Y el ser humano a veces es tan rematadamente estúpido
que ya ni siquiera ama. O no es capaz de soñar un poco.
Permanezco sin pestañear un instante,
y alrededor todo cambia
menos la gente, que sige quita, muda, diminuta,
y finalmente desaparece...
Espero. Espero un poco más en la sombra.
Porque cuando no seamos ni existamos
y cuando todo lo que conocemos desaparezca,
yo me conformaré con respirar un soplo de aire
para poder besar un día más -o sólo una noche- tu mirada.
12 mar 2011
Dualidad
Aunque no soy muy amiga de los formalismos ni de las clasificaciones, cada vez tengo más claro que siempre hay dos tipos de personas, dejando a un lado los detalles:
aquellas que eligen vivir en una constante, tengan o no vértigo,
y aquellas que eligen subir a la montaña rusa, tengan o no vértigo.
Unas disfrutan menos pero también sufren menos, y las otras tienen sin duda su recompensa.
Todo depende del saldo. O quizá, aunque el saldo sea negativo, depende de si un instante maravilloso te puede llenar lo suficiente como para vivir de él el resto de tu vida.
Al final todo es equilibrio, como siempre...
Ojalá a veces existiera un calmante para el dolor de corazón. Pero precisamente por eso nadie lo ha inventado: porque entonces el amor dejaría de ser amor. Y el mundo perdería mucho. Pese a todo.
aquellas que eligen vivir en una constante, tengan o no vértigo,
y aquellas que eligen subir a la montaña rusa, tengan o no vértigo.
Unas disfrutan menos pero también sufren menos, y las otras tienen sin duda su recompensa.
Todo depende del saldo. O quizá, aunque el saldo sea negativo, depende de si un instante maravilloso te puede llenar lo suficiente como para vivir de él el resto de tu vida.
Al final todo es equilibrio, como siempre...
Ojalá a veces existiera un calmante para el dolor de corazón. Pero precisamente por eso nadie lo ha inventado: porque entonces el amor dejaría de ser amor. Y el mundo perdería mucho. Pese a todo.
11 mar 2011
Mil y una
De noche. En medio de ninguna parte. Con la ciudad lo suficientemente lejos como para que su resplandor se esfume con un solo soplo de aire. El silencio es la única melodía. Y dos voces, tumbadas sobre el suelo, observando el cielo.
- Es fascinante. Miles de estrellas brillando.
- Mil y una estrellas...
Coisas pequenas
Qué magia hay en las pequeñas cosas. Qué bello es, y excitante a la vez, descubrir un secreto oculto en un mundo tan grande y prolijo. Y abrumador. Y sobrecargado. Tan excesivo. Pero tan lindo en ciertas ocasiones. Encontrar improvisadamente algo, por muy sencillo y diminuto que sea. Como un regalo escondido donde sólo tú sabes que se halla. Y donde un rayo de luz, de repente, se cuela para mostrártelo.
Es la sensación de que estás -eres- en el momento oportuno en el lugar adecuado. Esa breve revelación. Y ese despertar. Y ese brillo impoluto de una pequeña sorpresa caída del cielo, una recompensa quizá.
Un gato negro de negros ojos te mira acurrucado bajo un coche. Te mira a los ojos. Le miras. Te mira. Te regala todo el conocimiento en su mirada. Y desaparece. Y te encuentras a ti misma sobre un oscuro mapa.
Y saber, darte cuenta, de que todo fluye. En dirección a donde deseas. De que el barco -tú barco- va viento en popa. Aunque no sé si a toda vela.
Es la sensación de que estás -eres- en el momento oportuno en el lugar adecuado. Esa breve revelación. Y ese despertar. Y ese brillo impoluto de una pequeña sorpresa caída del cielo, una recompensa quizá.
Un gato negro de negros ojos te mira acurrucado bajo un coche. Te mira a los ojos. Le miras. Te mira. Te regala todo el conocimiento en su mirada. Y desaparece. Y te encuentras a ti misma sobre un oscuro mapa.
Y saber, darte cuenta, de que todo fluye. En dirección a donde deseas. De que el barco -tú barco- va viento en popa. Aunque no sé si a toda vela.
6 mar 2011
A través de la tormenta
Cuando la tormenta te alcance
navegando a la deriva
en medio de tu océano
recuerda que en la madera húmeda
del timón de tu barcohace tiempo
dejé grabado
tu nombre junto al mío
solos, para que el atardecer los ilumine
aun a pesar de las nubes grises
y del movimiento de las olas.
No lo olvides nunca.
5 mar 2011
Espera
"The real voyage of discovery
consists not in seeking new landscapes,
but in having new eyes."
Marcel Proust
A veces me descubro frente al cristal de mi ventana observando al tiempo, cual transeúnte, correr por la calle mientras la lluvia moja su pelo. Resulta extraño no saber qué día vendrás, ni que ropa tendrás puesta, ni tan siquiera poder adivinar si hará sol o será de noche cuando te vea por primera vez. A ratos no tengo apenas más que una ligera y maltrecha certeza, que no siempre logro hallar en el interior de tanta duda. Sé, en cambio, que será con estos ojos con los que te mire. Y estas manos las que, si quieres, te acaricien. Será mi vasta voz la que te recite, y mi silencio el que también te acompañe. Ahora la calma es demasiado fuerte para combatirla. Y, sin embargo, esa insana costumbre de imaginarte bombea con intensidad cuando anochece. ¿Será que a oscuras nos damos cuenta de lo realmente solos que estamos? ¿Será uno de esos miedos infantiles al que me enfrento? ¿Serás tú el misterio? ¿Tú con pelo corto o largo? ¿De qué color tienes los ojos? ¿Por qué me pregunto si serán bonitos? Ven, necesito tu abrazo...
4 mar 2011
Hemos perdido aun...
Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.
Pablo Neruda,
20 poemas de amor y una canción desesperada
3 mar 2011
Sobre ruedas
Conducir a alguna parte
sucesión de tramos, de líneas,
rectas o curvas,
sucesión de luces, de letras,
de árboles,
de nada
con o sin mapa,
sin reloj o con(tra) reloj
estrellas fugaces que se cruzan en el cielo
el amanecer, el anochecer,
un color, otro, la lluvia, el granizo,
el sol, un enorme sol
hasta la luna
conduciendo
ojos adormilados
ojos cansados
ojos llorosos
ojos felices
ojos
luces
y luces
ruedas
y ruedas
hay épocas en las que se conduce más
hacia ninguna parte
y yo estoy en una de ésas.
2 mar 2011
Espejismo
La sensación de querer palpar algo con las puntas de los dedos, o al menos sentir en ellos la cercanía. Algo que se escapa. Esa hiriente necesidad de ser. O de que alguien lo sea -lo haga- en tu lugar, si es que no eres lo suficientemente valiente.
Sentir como al aproximar las manos a una llama de fuego, antes de quemarse, o incluso como al abrir la puerta del congelador y desplegarse una nube de frío que te envuelve y te hiela momentáneamente. Y de repente desaparece. Y despiertas. Y reconoces el desierto a tu alrededor. El silencio que lo controla. Ni fuego ni frío. Ni nada. Absolutamente nada permanece contigo de tu sueño.
Y derrumbarse. De nuevo.
Y querer continuar soñando...
Sentir como al aproximar las manos a una llama de fuego, antes de quemarse, o incluso como al abrir la puerta del congelador y desplegarse una nube de frío que te envuelve y te hiela momentáneamente. Y de repente desaparece. Y despiertas. Y reconoces el desierto a tu alrededor. El silencio que lo controla. Ni fuego ni frío. Ni nada. Absolutamente nada permanece contigo de tu sueño.
Y derrumbarse. De nuevo.
Y querer continuar soñando...
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