Me despierto con la taza de café entre mis manos
y las sábanas son las olas de un mar
que absorbió la alcantarilla de mis sueños
anoche, según me despedías con la mano pegada a tu pecho rojo
en este azul que ahora es blanco
en esta almohada a la que soplo
procurando olvidarme de que la taza se me ha volcado
en mis piernas,
de nuevo,
y el café se ha derramado llenándolo todo de tu vacío.
Y salgo a la calle a recorrer los mismos pasos,
donde las sombras han recortado el espeso fluir del tiempo.
Parezco jim al despertar del coma caminando por londres
y perseguido de rabia.
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